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Los ciegos y el elefante

Se hallaba el Buda en el bosque de Jeta, cuando llegaron numerosos ascetas de diferentes escuelas y tendencias filosóficas.   Algunos decían: El mundo es eterno. Eso es lo cierto y todo lo demás es un engaño.   Otros aseguraban: El mundo no es eterno y esta es la única verdad. Unos aseveraban que el mundo es infinito y otros que el mundo es finito. Unos, que el cuerpo y el alma son lo mismo, y otros, que son dos realidades diferentes.   Los ciegos y el elefante  Algunos, que el Buda tiene existencia tras la muerte, y otros, que carece de tal. Otros, que el Buda ni existe ni no existe tras la muerte.   Y así cada uno de ellos sostenía sus puntos de vista, en la convicción de que los suyos eran los verdaderos y los demás los falsos. Así pasaban su tiempo en cerradas polémicas e incluso llegaban a la indignación y el insulto.   Todo ello fue oído y visto por un grupo de monjes, que después le relataron al Bienaventurado lo sucedido.   Buda comentó: Monjes, e

Las uvas de la corrupción y lo que explica el ciego

Lo de la corrupción viene de viejo en esta piel de toro, pero el por qué nunca sale a la luz, se explicó hace siglos en este texto del Lazarillo de Tormes. Acaeció que, llegando a un lugar que llaman Almorox, al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo dellas en limosna. Acordó de hacer un banquete, así por no poderlo llevar como por contentarme: que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en una valladar y dijo: -Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos deste racimo de uvas y que hayas de él tanta parte como yo. Partirlo hemos de esta manera: tú picarás una vez y yo otra, con talque me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y de esta suerte no habrá engaño. Hecho así el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance, el traidor mudó propósito, y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debería hacer lo mismo. Como vi que él quebra

El ciego y el sol

Un hombre, ciego de nacimiento, quiso saber qué aspecto tenía el sol, y pidió que se lo describieran. El ciego y el sol - El sol es como este disco de bronce – le explicó alguien golpeando un gong. Pasado un tiempo, el ciego oyó sonar una campana y creyó que ese sonido provenía del sol. Otro le dijo: - El sol brilla como un cirio. El ciego cogió el cirio entre sus manos y estudió su forma. Un día, cogió una flauta y creyó que tomaba el sol. Muchas son las diferencias entre una campana, una flauta y el sol, pero el ciego no podía saberlas, pues había adquirido sus conocimientos por las palabras de otros. Recopilación de Ensayos de Su Shi http://www.elartedelaestrategia.com/ El Arte de la Estrategia tusbuenoslibros